domingo, 27 de septiembre de 2009

EL SEÑOR KORDURAS. INTRODUCCIÓN A LOS CAPÍTULOS


Hace casi veinte años en un lugar llamado Arcadia pasábamos las tardes y las noches. Era un espacio para la conversación y las copas en compañía y amistad. Si no había público -un infortuinio que sucedía a menudo- cuatro amigos charlábamos, conspirábamos y retorcíamos la realidad, nos ubicábamos en otro prisma, otra mirada sobre lo establecido. Relativizábamos esos asuntos tan serios que la moral imperante, y ciertos controles políticos pretenden imponer sobre el ciudadano, acostumbran a dejarnos perplejos. De esas perplejidades, de esas charlas surgió un personaje al que convertimos en nuestro particular Quijote. Don Juan Luis Korduras vivía sus historias en nuestra constante imaginación provocativa. Buscaba los cuatro pies del gato, mientras el Ayuntamiento -por ejemplo- intentaba convencernos de que los gatos sólo tienen tres patas. No es tan vano empeño: resulta fructífero esa mirada establecida e impertérrita, como lamentablemente seguimos comprobando, hayan pasado los años que hayan pasado. Por eso las situaciones que vive Korduras serán siendo válidas a día de hoy. Y a día de mañana, nos tememos.
Así, tras un par de días de elucubraciones en una mesa de bar, forjábamos una teoría que poníamos en práctica ante los clientes del local. Siempre con educación. Algún incauto terminaba dándonos la razón ante el aplastante argumentario de Korduras. Llegaba entonces el momento de darle cierta forma literaria a los varíos de don Juan Luis, y al menos una vez a la semana podíamos disfrutar de un nuevo capítulo, redactado, para solaz y recapitulación. Años después ven la luz al fin algunos de aquellos capítulos -quedan más en libretas olvidadas, manuscritos, tiempos aquellos sin ordenador- donde don Juan Luis campea por sus razones, adarga en pecho el argumento, acompañado de Fernández Panza, de Mary Thornes y sus compañeros de Sociedad. Lúcido y lógico. Mortal y honesto. Korduras. Amigo nuestro.

Santiago Arias, Máximo Duarte, Pedro Soriano y Alfonso Salazar

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